Es algo de lo que no nos cansamos, por a menudo que ocurra: Cuando el cliente ve la luz abrirse paso por la casa tras echar abajo dos o tres paredes, siempre queda encantado. Esta vivienda, orientada hacia el norte, no goza de demasiados rayos de sol. No obstante, la altura del piso le confiere una excelente iluminación natural, además de las fantásticas vistas a Urko. Aprovechando este hecho y que en la casa vive una única persona, renunciamos a uno de los tres dormitorios originales para ganar un espacio principal amplio y luminoso. Asociándonos a la estructura del edificio pudimos pautar la relación entre los espacios de salón y comedor y para separar (¿o deberíamos decir unir?) la cocina, creamos una puerta acristalada doble de fuerte presencia.