Aunque para nuestros primeros trabajos no teníamos una oficina fija, para finales de 2014 ya teníamos listo el que se convertiría en nuestro segundo hogar. Debido a los años en los que se vendió bacalao en el mismo, el local era muy conocido en el pueblo, e inevitablemente, tenía aspecto de pescadería. Por tanto, el diseño se centró en dotar de unos nuevos acabados a las hasta entonces azulejadas superficies, haciendo del estudio un lugar más confortable y acogedor. Tras eliminar el antiguo mostrador y actualizar el escaparate, el cambio de imagen final fue considerable.